El camino, aunque se entre en el corazón de Roma, evita las calles traficadas y ruidosas y se puede gozar del carril bici a lo largo del Tíber atravesando maravillosos parques. Si las ganas de llegar a la Basílica de San Pedro es inmensa, aconsejamos proceder con calma para ver la ciudad de Roma andando.
Se parte de Piazza Sempione para dejar el centro de Monterotondo. Se atraviesa el puente Tazio sobre el río Aniene. Se camina primero por la acera y luego por un agradable carril bici peatonal a lo largo del Tíber hasta el Vaticano. Prestando atención a las señales se llega a la entrada de Villa Ada, segundo parque de Roma por grandeza y uno de los más amados por los habitantes de la ciudad.
Nacido como residencia de la familia Savoia, el parque conserva un importante patrimonio arquitectónico y naturalista. Una parada es obligatoria. El camino prosigue rodeando la Mezquita de Roma. Se sigue paseando al lado de la entrada de villa Glori, histórico parque de Roma, y luego se pasa al lado del Auditorium y Parque de la Música de Roma. En poco tiempo se llega al Puente Milvio, uno de los más importantes y antiguos puentes de la ciudad de Roma. Una vez pasado el Puente se retoma el carril bici-peatonal a lo largo del Tíber. El recorrido ofrece vistas únicas de Castel Sant’Angelo la cúpula de San Pedro, llamado afectuosamente el “cupolone”. Ya estamos en el corazón de la ciudad eterna rodeados del encanto de la historia y de la danza de las arquitecturas.
Una vez que hemos dejado el carril bici-peatonal se atraviesa el puente Sant’Angelo, donde las espléndidas estatuas que representan los ángeles acogen al peregrino cansado. Desde aquí recorriendo la avenida de la Conciliazione se acelera el paso y enfrente de nosotros se nos aparece una de las grandes maravillas del mundo: la Basílica de San Pedro y la Ciudad del Vaticano. Ha llegado el momento de disfrutar de la llegada. Solo debemos recibir el último sello y luego el Testimonium Sancti Petri. ¡Enhorabuena!