A lo largo del Camino de San Francisco hay diferentes posibilidades de reducir la etapa, mientras que las iglesias y las abadías, incluso cerradas, ofrecen la posibilidad de una parada para el descanso protegidos por la sombra de los árboles. Se camina sin dificultad a través de bosques y prados abiertos, que ofrecen amplias vistas de las colinas circunstantes, hasta atravesar un bosque de coníferas. Se prosigue por camino asfaltado y, de repente, se abre la espléndida llanura alrededor de Gubbio, donde las líneas horizontales de los campos cruzan las líneas verticales de los álamos a lo largo de los canales de riego. Una vez llegados a la Localidad de Loreto, el paisaje cambia: los bosques silenciosos dejan espacio a los campos cultivados y a los pueblos. Se llega a un belvedere arbolado al lado de la iglesia de San Giovanni Battista (normalmente cerrada, pero el amable guarda vive precisamente enfrente). Se prosigue bajando, hasta la localidad de Abbadia di Piazza, donde se procede por un camino secundario, flanqueado por imponentes encinas. Desde aquí inicia un largo tramo bajo el sol y en asfalto y se encuentra la nueva “Fonte del pellegrino”, un don a los viandantes de la Parroquia San Venanzio en Semonte - Rione del Piano - de la Diócesis de Gubbio. La llegada a Gubbio es una recompensa del esfuerzo no solo por la belleza del lugar, sino por la unión tan fuerte entre San Francisco y la ciudad. El Camino se termina delante de la iglesia de San Francesco, donde les acogerá su dulce estatua que representa a Francisco y al lobo, como recuerdo del milagro del animal feroz amansado por el Santo. Si puede pararse un día en Gubbio, merece la pena recorrer el anillo ciudadano denominado Recorrido “Hermano Lobo”, que permite al peregrino visitar los lugares franciscanos de la ciudad, “segunda patria” del Santo de Asís.